Entre el pasado y el futuro:
retos para los profesionales de la contabilidad y la auditoría
Fernanda Alberto. ISCAC Coimbra Business School
Todos conocemos la importancia de los profesionales de la contabilidad y auditoría para las organizaciones. Sus funciones son de gran relevancia para un buen funcionamiento de los mercados de capitales y, por ende, para los sistemas económicos y financieros.
En el actual escenario económico y social, el futuro para estos profesionales puede generar algún temor junto con una mezcla de expectativas positivas, en un contexto que plantea diversos retos.
La contabilidad ha ido evolucionando en cada periodo histórico, ante el progreso experimentado por la sociedad, que exige cada vez más información y más calidad de la misma. En el siglo XVI la actividad contable se encontraba en pleno apogeo, tanto en lo académico como en lo profesional, constituyéndose en una herramienta de gran importancia para los sectores económicos y sociales, siendo considerada un medio de prueba. Muchos cambios han ocurrido después y, hoy en día, es considerada un instrumento necesario para lograr la confianza en la información financiera, cuyo objetivo es añadir valor a las organizaciones y economía, fundamentándose en los conceptos de relevancia, oportunidad, transparencia, y facilidad de acceso a la información.
También el papel de la auditoría ha evolucionado a lo largo del tiempo. En su inicio se trataba de una verificación rutinaria de los registros contables, a fin de descubrir fraudes, y este enfoque se mantuvo hasta finales del siglo XIX. La crisis de Wall Street, en 1929, y la creación de entidades supervisoras de los mercados han sido factores determinantes para conseguir el desarrollo de la auditoría, pasando a asumir una función de garantía de la calidad de la información. Actualmente, además de eso, es un elemento vital del gobierno corporativo.
A lo largo de varios siglos, ha habido muchos cambios económicos, sociales, políticos y demográficos. La realidad actual es muy distinta a la existente hasta hace poco tiempo. La globalización, con lo positivo y negativo que conlleva, ha sido uno de los principales factores de cambios y movilizaciones en las organizaciones y también en estas dos profesiones.
La crisis financiera del inicio de este siglo, y de la cual aún nos estamos recuperando, puso en evidencia en qué medida los sistemas financieros están interconectados a nivel mundial, lo que conlleva determinadas ventajas, pero, a su vez, incrementa el riesgo sistémico. Esta crisis financiera generó una crisis de confianza pública, y se pidió a los auditores que fueran parte de la solución para recuperar esa confianza.
También el entorno de estas dos profesiones está cambiando: la conectividad global, las tecnologías e inteligencia artificial y los nuevos medios de comunicación son factores que pueden influir en la próxima década en la vida de contables y auditores. Por un lado, donde hay cambios, hay necesidad de aseguramiento, y por otro, los nuevos modelos de financiación pueden requerir nuevos servicios de auditoria.
Por otra parte, los stakeholders se muestran más exigentes. Además de la opinión binaria del informe de auditoria – limpio o con salvedades -, quieren información del contexto que permita entender lo que condujo a esa opinión.
Las quiebras de importantes empresas y escándalos asociados a la información financiera fraudulenta, de finales del siglo pasado e inicios del actual, crearon una fase muy tormentosa en la profesión. Estos hechos tuvieron diversas consecuencias de enorme relieve. La principal fue la intervención de los gobiernos, de entidades reguladoras y de la propia profesión, que tuvo como reflejo visible la publicación de nuevas regulaciones y normas.
En la Unión Europea se destacan, como más recientes, la Directiva y el Reglamento publicados en 2014, y en Estados Unidos, la Sarbannes OxLey Act y todo un conjunto de iniciativas que se siguieron. Fueron revisadas las reglas sobre la independencia del auditor, el papel del gobierno corporativo, las responsabilidades de la gestión, la pertinencia de los servicios de consultoría y las obligaciones profesionales de los auditores.
La cuestión que se planteó en su momento fue, ¿qué está mal en la profesión de auditoria? Y, por consiguiente, surgió una segunda pregunta: ¿qué se puede hacer para mejorar la profesión?
Por todo ello, la última década ha resultado una etapa de cambios cruciales en la historia de la auditoria y, en consecuencia, han surgido muchos nuevos retos para los auditores.
La profesión contable también ha asumido mayor relieve: cambios normativos, más exigencias de Hacienda y, en la rendición de cuentas, más información financiera obligatoria, a lo que se le suma, el reciente estado de información no financiera obligatorio para algunas entidades.
Los cambios socioeconómicos, geopolíticos y demográficos que se están ultimando o que se avecinan, también tendrán un impacto directo en el mundo laboral. Desaparecerán algunas profesiones mientras surgen otras o sufren importantes cambios. La cuestión es si las organizaciones y profesionales están preparados para todos estos importantes procesos disruptivos.
Teniendo en cuenta este escenario actual, organizamos los retos que contables y auditores tendrán de enfrentar en cuatro grandes áreas:
- La era digital;
- El marco regulatorio;
- Obligaciones y responsabilidades;
- Competencias, habilidades y ética.
Veamos a continuación cada una de ellas en un amplio ámbito, considerando diversos matices.
Sobre la era digital, es interesante conocer los resultados de un trabajo presentado por la Universidad de Oxford el año pasado (Scott, 2017). Este estudio muestra los empleos que tienen mayor riesgo de automatización. Siendo la probabilidad de que esto ocurra en la profesión contable y de auditoría, muy elevada, con un 94%.
También en la investigación realizada por la Association of Chartered Certified Accountants (ACCA), publicada en 2016, y que contó con la participación de profesionales de contabilidad y ejecutivos de 19 países (con encuestas realizadas durante 2 años a 2000 profesionales de la contabilidad y 300 ejecutivos de empresas de 19 países), 55% de los encuestados manifestó la opinión de que el desarrollo de los sistemas automatizados inteligentes tendrán un muy fuerte impacto en la profesión (ACCA, 2016a).
La velocidad de las tecnologías y su impacto en los negocios transformarán las prácticas contables y de auditoria, así como las competencias requeridas a los profesionales de estas áreas.
La extensa red de tecnologías de información que se está creando para responder a distintas necesidades del contable y del auditor, y de las propias organizaciones, resulta inevitable. Herramientas como BigData, inteligencia artificial, data analytics, blockchain o la robotización ya son, y serán cada vez más, ineludibles y tendrán gran impacto, trayendo a la vez, amenazas y oportunidades.
Entre las consecuencias relevantes, cabe subrayar las potencialidades de las herramientas de data analytics que permiten extraer y procesar elevados volúmenes de información, tanto interna como externa. Esto permite considerar aspectos del negocio y de los mercados, algunos antes considerados imposibles de tener en cuenta como la cultura. Lo que antes llamábamos de “olfato de auditor” va siendo reemplazado por herramientas avanzadas de data analytics que analizan datos inusuales y fuera del padrón, identificando potenciales riesgos y materias críticas.
Además, el procedimiento de auditoria actualmente basado en el muestreo, donde se procuran los importes y rubricas que son outliers, dejará de ser necesario pues las herramientas de data analytics permiten fácilmente verificar 100% de los datos.
Por otra parte, los robots pasarán a realizar todo lo que son las tareas repetitivas, y lo harán de forma más rápida, más fiable, no faltan al trabajo y generan automáticamente los registros del procedimiento de auditoria.
Si bien una parte de esta realidad representa un riesgo, la otra parte representa una oportunidad.
Entre las oportunidades, destacamos la posibilidad del profesional del futuro de aprovechar el poder de las tecnologías descritas y ser más eficiente, permitiéndole tratar más fácilmente información financiera y no financiera.
Para ello, contables y auditores necesitarán conocer las tecnologías tanto para su uso como para el buen asesoramiento a sus clientes. Eso permitirá crear oportunidades y surgirán nuevas funciones, además de asumir otras posiciones en el futuro, prestando nuevos tipos de servicios a sus clientes. En pocos años, se estará reclutando expertos con nuevas competencias para integrar los despachos de auditoria y contabilidad, formando parte de los equipos de trabajo, por ejemplo, expertos en seguridad de datos o auditores de blockchain.
La tecnología quitará al auditor y al contable muchas tareas, pero no puede sustituir el juicio humano y la creatividad. Recordemos que el escepticismo del auditor y el juicio profesional soportan el informe de auditoría.
Actualmente, las grandes empresas ya trabajan con la automatización de la lectura y registro de los documentos que soportan las transacciones. Pero, las pequeñas empresas, o los despachos de contabilidad y auditoría de menor dimensión tienen más dificultades. De hecho, un problema que suele ocurrir es una demora entre el momento de la transacción y el registro contable, pero también para estas empresas se encontrarán soluciones, por ejemplo, realizar los registros contables inmediatos y automáticos a partir de la fotografía de los documentos. Este será el futuro de la profesión contable.
Otro reto que se notará con mayor intensidad en los pequeños despachos de auditoría y contabilidad es la dificultad de disponer de equipos con expertos en distintas áreas, obligando, en nuestra opinión, a asociarse más. Y por supuesto, el componente humano estará siempre presente.
Veamos ahora el segundo reto: el marco regulatorio.
Un primer aspecto a tener en cuenta son las normas contables y de auditoría. Pese el proceso de armonización normativa, aun coexisten distintas normas a aplicar según la dimensión de las empresas, y con matices entre países. El conjunto de las distintas normas que cohabitan, las opciones contables existentes en la normativa actual y la creciente complejidad de los negocios (cada vez más multinacionales y con operaciones en distintos países), generan dificultades para contables y auditores. Además, los constantes cambios normativos exigen una dedicación constante al estudio, reduciendo el tiempo para las labores diarias.
La reciente norma sobre las Cuestiones Claves de Auditoria (ISA 701) constituye también una materia de enorme importancia y necesidad, de espíritu crítico para el auditor, con gran complejidad.
Otro aspecto de relieve dentro del marco regulatorio son las nuevas exigencias de reporte. Según un reciente documento de Accountancy Europe (2018), contables y auditores son fundamentales para la construcción de un sistema financiero sostenible.
Pero hay nuevas exigencias en cuanto al reporte empresarial. Éste deberá ser creador de valor para empresas y stakeholders, y no sólo un elemento de cumplimiento formal de una obligación. Para ello, se muestra imprescindible la vinculación entre información financiera y no financiera para que se pueda lograr una visión global del desempeño de la entidad, y además que no sea un elemento puro de información histórica, debiendo incorporar los riesgos para un horizonte temporal de medio / largo plazo.
Esto significa nuevas exigencias en la preparación del reporte y en su verificación, por ende, para contables y auditores. Recordemos que, sobre el reciente Estado No Financiero, el auditor sólo tiene que confirmar que las entidades lo publican o no, pero no tiene que pronunciarse sobre su contenido. Pasar a hacerlo, será un nuevo reto.
Por otra parte, los stakeholders quieren cada vez más información, con mayor detalle y más rápida, para que tenga valor en la toma de decisiones. Lo que significa acortar los plazos actuales.
Hay que tener en cuenta además que las necesidades informativas no son iguales para todas las partes interesadas. Por ejemplo, los bancos, como proveedores de financiación, usan la información de manera diferente que los inversores de capital. Por tanto, el reporte futuro deberá estar más adaptado a este concepto: ¡distintos usuarios, distintas necesidades!
En este ámbito, Accountancy Europe (2017a) propuso el llamado Core&More Reports, con el objetivo de construir un smarter report, en el cual la información financiera y no financiera estuviera incluida y vinculada, de una forma lógica y estructurada, pero en un modelo que intenta evitar un informe voluminoso donde los usuarios se pierdan en la información.
Se trata de construir un informe a dos niveles, aprovechando los beneficios de las tecnologías de información:
- el Core Report con la información clave, relevante para la mayoría de los stakeholders, presentada de modo simplificado y esquemático;
- el More Report con la información suplementaria, vinculada por enlaces al Core Report, y considerando las necesidades de grupos de usuarios específicos; integraría los estados financieros completos, información de sostenibilidad detallada, información de los empleados, etc.
Es importante subrayar que esta información deberá ser auditada para mayor garantía de fiabilidad y, por consiguiente, mayor valor añadido.
Dentro del tercer reto – obligaciones y responsabilidades – cabe destacar un primer aspecto que no afecta de igual modo a los contables de todos los países y, este caso, nos basamos en particular en la realidad portuguesa que mejor conocemos: se trata de la fiscalidad.
Además de la complejidad y constantes cambios de las leyes fiscales, que exigen un continuo tiempo de estudio, formación y actualización, el principal problema es la cantidad de obligaciones fiscales -y otras legales-, que llevan al contable a dedicar mucho tiempo a trabajar para responder a las exigencias de la Hacienda, dejándole poco tiempo para lo que debería ser su función principal: que la información financiera y no financiera sea verdaderamente útil para la toma de decisiones de gestión.
Otro aspecto importante son las responsabilidades asignadas a los profesionales de estas dos áreas. La profesión de contable y, en especial, la del auditor sufrieron un incremento de la regulación en los últimos años. En relación a la supervisión, hubo alguna pérdida de poder para la profesión, pasando el control a las entidades públicas.
Si bien es necesario la recuperación de la confianza en la información financiera, y que haya confianza pública en las importantes funciones de contables y auditores, se cayó en cierta medida, en un exceso de responsabilidades, algunas veces, difíciles de gestionar, sobre todo, para los pequeños auditores. Entre el tiempo que necesitan para reunir información y el que dedican a enseñar a miembros jóvenes del equipo, les queda muy poco tiempo para realizar bien el proceso de auditoría.
Por otra parte, la legislación europea, en el ámbito del proceso de simplificación de las obligaciones de las PYMES, redujo el número de empresas sujetas a auditoría. Será un reto para los auditores mostrar a empresas que no están obligadas a auditar sus cuentas, el valor añadido que puede tener su información auditada, es decir, de la auditoria voluntaria. Por ejemplo, mostrando a estas empresas las ventajas de presentar su información auditada cuando busquen financiación bancaria.
El cuarto y último reto se refiere a las competencias, habilidades y ética.
En este sentido, ACCA (2017b) identifica siete competencias, que también llama de coeficientes, esenciales para el desarrollo de la profesión de contable / auditor y la progresión en la misma. Algunas de estas competencias ya las pudimos ver relacionadas en los retos anteriores, como es el caso de las competencias en el mundo digital. Entre estas siete, destacamos varias de las incluidas dentro de lo que se suele denominar soft skills: la creatividad y la inteligencia emocional. Asimismo, ACCA califica como central a este modelo el primero de estos 7 coeficientes: los conocimientos técnicos y la ética.
Todo esto nos lleva a algunos aspectos importantes de este cuarto reto.
En relación a las competencias técnicas, los auditores necesitan mantenerse actualizados para corresponder a las expectativas de la profesión. Teniendo en cuenta todas las exigencias que resultan del actual entorno, anteriormente referidas, la formación continuada es indispensable; pero además de ésta, también resulta de gran importancia el estudio constante, considerando las nuevas áreas de aprendizaje (tecnologías, estrategia, riesgos, etc.).
Dentro de esta formación técnica, es crucial obtener competencias relativas a la evaluación y gestión de riesgos en las organizaciones. A este propósito, la International Federation of Accountants (IFAC, 2017a) realizó una encuesta y concluyó que existe un gap importante entre las competencias necesarias en esta materia y las que son adquiridas en la formación, por lo que resulta un reto también para universidades y otras entidades que imparten formación de contabilidad y auditoría. Y es, a la vez, una oportunidad para profesionales de contabilidad y auditoría, pues es una ventaja competitiva ofrecer este servicio.
Otro aspecto fundamental es la ética. Los flujos de información actuales son grandes y el riesgo de fraude, dada la complejidad de las relaciones empresariales y sus operaciones, también es importante. Por la propia naturaleza de estas profesiones, contables y auditores se enfrentan a dilemas de carácter ético en el ejercicio de su actividad. Pero la complejidad del entorno, la competitividad elevada de los mercados y todas las demás presiones todavía pueden incrementar ese tipo de situaciones. Salir de ellas requiere un proceso de toma de decisiones donde unos valores éticos individuales a “prueba de fuego” son absolutamente imprescindibles. Este es el único instrumento efectivo para garantizar la necesaria transparencia de la información corporativa, y el modo de mantener estas dos profesiones como relevantes y fiables a los ojos de todos aquellos que siguen creyendo en su importancia.
Y el tercer aspecto de este reto se relaciona con las habilidades socio emocionales, las llamadas, soft skills. Los informes que analizan el mercado laboral concluyen que gran parte de los nuevos modelos profesionales están vinculados a las habilidades sociales de los seres humanos, en particular las que no son posibles de replicar o de ser realizadas por máquinas. Esto significa que el profesional del futuro tiene de aunar en su perfil las competencias analíticas y científicas, con la creatividad y la inteligencia emocional, lo que tradicionalmente no se exigía en un mismo profesional.
Las habilidades fundamentales en el futuro de contables y auditores son la inteligencia emocional, ser buen comunicador y negociador, tener facilidad para la creación de redes de contactos y pensamiento flexible y estratégico.
Todo lo descrito refleja bien las implicaciones que estas nuevas realidades tendrán para las funciones de contables y auditores. La IFAC (2017a) recurre al círculo de Panarchy para mostrar las funciones que se quedarán obsoletas, las que se mantendrán, las que están incrementando su relevancia y las que están aún en fase de inicio, dejando evidente la necesidad de que estos profesionales asuman nuevos roles y abandonen algunos de los actuales para garantizar el futuro profesional.
Este breve artículo no supone un análisis exhaustivo del tema. Está claro que se podrían señalar otros retos, así como otras perspectivas a considerar en los cuatro retos aquí comentados. Asimismo, y pese a los cambios necesarios, creemos que la contabilidad y la auditoría seguirán teniendo un próspero futuro.
Bibliografía
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Artículo basado en la intervención de la autora en la Conferencia “Entre el pasado y el futuro: retos para los profesionales de la contabilidad y la auditoría”, impartida con motivo de la entrega de Premios y Becas AECA 2018.