a Rafael Muñoz- 40 aniversario

A Rafael Muñoz Ramirez: 40 años y seguimos

Cuando, con motivo del 40 aniversario AECA, recibimos el encargo de escribir unas palabras sobre Rafael Muñoz Ramírez atendiendo a su relevancia como uno de sus fundadores, sabíamos que son muchos los que antes han escrito reseñas sobre su papel en la Asociación, sobre su rica actividad académica y profesional, en sintonía con la relevancia de su posición y significación, y sobre su entrañable personalidad que invita de inmediato al afecto.


Sus colegas y amigos: Felipe Herranz, Leandro Cañibaño, Eduardo Bueno, Carlos Cubillo, Carmen Norberto, Mario Pirrafé, Eduardo Serra, y tantos otros, han plasmado su semblanza con motivos diferentes; en todas ellas subyace el reconocimiento público y la gratitud colectiva a una persona que contó con la confianza de muchas otras para responsabilizarle de importantes proyectos públicos vinculados a la industrialización de nuestro país, los cuales contribuyeron, en la medida de sus importantes encomiendas, a situar a nuestro país en el club del primer mundo.


Sobra pues en este momento hablar de su relevancia en el inicio de AECA, de su trayectoria universitaria en la Universidad Complutense de Madrid, de su pertenencia a la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de Barcelona y a la Real Academia de la Mar, de sus cargos de alta dirección en el Instituto Nacional de Industria o en la empresa Mercedes Benz, o de su papel protector en el Monasterio del Paular con hechos tan relevantes como la reincorporación de algunas obras de Vicente Carducho restauradas en el museo del Prado.


Respecto a su presencia en AECA, únicamente destacar en este sentido que Rafael ha sido el paradigma de lo que él consideró el excelente buen hacer que a la Asociación le caracteriza: la cordialidad y el espíritu de entendimiento que se mantiene, desde su inicio, entre sus promotores y las generaciones que posteriormente se han ido incorporando, y el hecho de instituirse como un Foro de contribución permanente entre representantes de sectores tan dispares como la Universidad, las Empresas, las Asociaciones profesionales y los expertos de la gestión privada y la gestión pública. Rafael, mientras permaneció en la Junta Directiva, como Vicepresidente desde su origen, fomentó con acierto ambas características: por su disposición personal al entendimiento, y por su posición profesional en los diferentes estamentos, lo que contribuyó a fortalecer y equilibrar la diversidad en la estructura de la Asociación.


Pero, más allá del merecido reconocimiento, queremos detenernos en esa inmensa humanidad que ha forjado y que a sus 95 primaveras (por cierto, tan bien y lúcidamente llevadas) no pierde la ocasión de trasmitir cuando, por ejemplo, con todo el respeto y caballerosidad que le caracterizan, se desliza exquisitamente en la vorágine del día a día para recordarnos nuestra pequeña tarea pendiente a la hora de ayudarle a resolver sus actuales preocupaciones sobre, en sus palabras, temas transcendentes que se tienen a mi edad; tarea consistente en concedernos el regalo de acompañarle en sus visitas al Monasterio de Silos, donde su Abad, Dom Lorenzo, amablemente abre sus puertas. La vinculación de éste con AECA, como Archivero e investigador en Historia de la Contabilidad, hacen de estas visitas una suerte de confraternización académico cultural y espiritual para Rafael.


Rafael encarna el espíritu de Cándido, y por fortuna cuenta con una vitalidad donde C’est un très grand plaisir de voir et de faire des choses nouvelles. El placer por el descubrimiento de nuevas cosas le sigue inquietando y emocionando. El interés por la historia que nos rodea, el amor por su familia, la emoción por ver crecer a sus biznietos, o la devoción por los jardines y las flores que le inculcó su madre, hacen de cada día un buen motivo para seguirlo disfrutando y agradeciendo. No ha perdido un ápice de viveza en la expresividad de sus ojos y en su gesto sereno, y sigue a rajatabla las palabras que el Dr. Fuster le trasmitió en el Hospital Monte Sinaí: al corazón le procura bienestar y mejoría la satisfacción de hacer cosas buenas a favor de nuestros semejantes.


Muchas gracias Rafael por tu enseñanza de vida. El agradecimiento, ese que tú tanto practicas, es sin duda alguna nuestro. Gracias por tu amistad, ese “hilo de oro” que tan certeramente hilvanas para admiración nuestra.


Pedro Rivero y Begoña Prieto.  Miembros de la Junta Directiva de AECA.


con motivo del 40 Aniversario los socios fundadores Leandro Cañibano, Eduardo Bueno y Rafael Muñoz Ramirez, acompañados de Pedro Rivero, Begoña Prieto, José Luis Lizcano y el Rafael Muñoz López-Carmona , celebraron un encuentro en el domicilio de Rafael Muñoz. Mayo 2019, fotografías del encuentro: